jueves, 4 de agosto de 2011

La vida continúa...

Las vidas de las mamás y papás continúan su rumbo y poco a poco nos adaptamos a hacer nuestras cosas de siempre y combinándola con nuestro bebé. Los cargadores portabebé son ideales aliados a nosotras/os, ya que los bebés y niños se sienten tan a gusto ahí que nos permiten realizar otras actividades mientras les cuidamos y satisfacemos su necesidad de cercanía y contacto.

Los pueden utilizar tanto mamá como papá ya que los cargadores ergonómicos son unitalla y se adaptan a todos los cuerpos (de quien porta y quien es portado).

Aquí un claro ejemplo de lo que estamos hablando:


Que lo disfruten.... 

domingo, 24 de julio de 2011

Semana Mundial de Lactancia Materna 2011

Lema: ¡Comunícate! La Lactancia Materna, una experiencia 3D

1 al 7 de agosto 2011

Este año, el tema lo que busca es desarrollar la comunicación entre los diversos sectores como parte clave de la promoción y apoyo a la lactancia materna. Por eso en Lomas Natural nos unimos a esta conmemoración-celebración para promover y apoyar esta semana establecida por WABA (World Alliance for Breastfeeding Action), una red Mundial de Organizaciones e individuos que apoyan el derecho a la lactancia materna de la niñez y las familias, protegiendo, fomentando y apoyando éste derecho.

Documentos para descargar:


Apoyemos todos y todas esta Semana con lo que esté a nuestro alcance. Apoyemos mamás y familias. Utilicemos todos los medios a nuestro alcance para promover, informar y apoyar en el tema.


jueves, 5 de mayo de 2011

Conmemoración a las Parteras-Matronas-Comadronas

Este día Internacional de las Parteras-Matronas-Comadronas, como sea que las llamemos, esas mujeres que atienden a las mujeres en sus partos. Acompañan, atienden y reciben a los y la bebés de una forma amorosa.

Para todas aquellas que han aprendido del parto natural y lo respetan como un evento fisiológico y natural. Para todas esas mujeres que permiten a las madres llevar su propio ritmo en el parto, que les brindan el ambiente apropiado para elegir su postura para parir, que no intervienen, que permanecen en un segundo plano dejando el protagonismo del parto a la nueva familia.

Gracias a todas por estar allí. Por querernos a las mujeres. Por ser mujeres pacientes y especiales. Cariñosas y valientes.

Este video de El Parto es Nuestro es imperdible y maravilloso. Disfrútenlo.

martes, 8 de febrero de 2011

Respuestas rápidas para los Padres y las Madres que se deciden por la Crianza con Apego

Escrito por Saraí en su blog Bebé Económico y adaptado por LomasNatural
¿Les duerme?:   ¡Como si los bebés nos hicieran un favor durmiendo!
¿Les deja dormir?:   ¡Como si los bebés decidieran intencionadamente dejar o no dormir a sus padres y madres!
¿Confunde la noche con el día?: El ritmo basado en la luz y en la oscuridad es una adquisición gradual debida a una secreción de melatonina. No es un capricho del pequeño o pequeña.
¿Dónde duerme?: Para verificar en seguida que no duerma junto a los padres.
¿Pero se tiene que dormir siempre mientras le das el pecho?: Como si fuese algo equivocado.
¿Duerme todavía entre ustedes?: Colecho entendido como un vicio cuando no en realidad no lo es.
¿Pero por qué no lo retiras del pecho? ¡Está durmiendo!: A menudo los niños/as se relajan con el pezón en la boca, pero más tarden comienzan de nuevo a mamar porque no han terminado.
¿Le das el pecho?: ¡Y qué tiene de extraño! La lactancia materna entra dentro de la normalidad biológica, establecida hace cientos de miles de años atrás para que nuestra especie pudiera sobrevivir.
¡Pero qué guapo que es mi niño/a! ¡Dámelo!:  ¡Como si el bebé fuera una propiedad de quien lo tiene en brazos!
No le dejas llorar nunca. Apenas hace “Ua” le das el pecho:   La succión no es únicamente nutritiva, sino que sirve para consolar; el llanto es siempre una señal de malestar del bebé.
¡Este niño/a siempre está con la teta en la boca!: Para una óptima lactancia materna la OMS recomienda la lactancia materna a demanda, sea de día que de noche.
¿Cada cuánto come?:  No existen reglas ni horarios en la lactancia materna a demanda.
Te noto cansadísima: En lugar de decirlo, podría ofrecer su ayuda para permitir a la mamá darse una buena ducha o ayudarla con algún quehacer en la casa (si es que ella quiere).
¿No tendrá frío / calor?: Frecuentemente esta pregunta es fruto de un condicionamiento cultural más que de un peligro real para el niño o la niña. Ninguna madre expondría a un recién nacido a un frío o calor intensos.
En mis tiempos…:  Los tiempos han cambiado y en el respeto de todos se tienen que aceptar las novedades.
¡No le consientan todo, eh! ¡Después se acostumbra y no podrán retroceder!: Reconocer y responder a las necesidades de los hijos y las hijas no significa viciarlos.
¡Está siempre en los brazos este niño/a!: ¡El contacto físico no hace daño a nadie!
No se preocupen, déjenle llorar que así se le ensanchan los pulmones: Prejuicio cultural sin ningún fundamento científico.
¡Lo tienes siempre tú en los brazos! No nos lo dejas cargar nunca. ¡Dámelo a mí!: Es normal que la mamá, por instinto, tenga siempre a su hijo/a, ¡ha estado nueve meses dentro de su vientre! A menudo a las madres les incomoda profundamente no tener a su hijo/a cerca de ellas.
Déjame que lo haga yo, tú eres todavía una madre inexperta, te enseño yo a cambiarlo, a bañarlo, a curarle el ombligo, a vestirlo, etc.: Las madres aprenden en seguida y solas como tratar a su bebé recién nacido.
¿Qué le pasa? ¿Por qué llora?: Muchas veces no se sabe inmediatamente porqué el pequeño llora y ¡esta pregunta sólo hace aumentar la angustia de todos!
Se hacen grandes en un abrir y cerrar de ojos, no os preocupéis, verán como lamentaran que estos momentos no duren más tiempo: Los primeros meses con un recién nacido son infinitos y generalmente están llenos de incertidumbres. A la nueva mamá y al nuevo papá les sirve concentrarse en su hijo o hija tal y como es en ese momento y no imaginárselo con veinte años.
Ahora no es nada: niños pequeños, problemas pequeños. Cuando se haga grande, ya verás…: no sirve para nada hacer creer a un padre y una madre que los “problemas” del principio son nimiedades, ¡para ellos son importantísimos!
No sé a ustedes, pero a nosotros nos las han dicho todas….LomasNatural

lunes, 3 de enero de 2011

La privación del placer y la violencia

La privación del placer físico sensorial durante la primera infancia, es la principal causa de la violencia social. La violencia en gran escala sólo acontece en las culturas y comunidades en las que somos represivos con los niños y por supuesto en las que también reprimimos la vida sexual en general. Lamentablemente tengo la sensación que aún no estamos listos para mirar de frente la sistematización del abuso, porque tendríamos que cuestionar el surco completo con la lógica que lo sostiene para percibir el autoritarismo, el maltrato y la dominación de los más fuertes sobre los más débiles. Esta organización la ha sistematizado el patriarcado, con el objetivo de dominar y acumular bienes. Las guerras son parte necesaria de este sistema que es obligatoriamente fratricida, es decir, necesita que los hermanos nos matemos unos a otros con el fin de obtener territorio, ganancias o poder. Para ello, precisamos generar guerreros, es decir, seres insensibles y capaces de matar. Eso es algo muy fácil de lograr: simplemente negándoles a los bebes y niños pequeños el cuerpo materno y el placer que ese contacto conlleva. Si el niño sufre en la medida suficiente, luego será capaz de reaccionar con ira para lastimar y dominar a otros.

Ahora bien, el amor es fundamental. Un bebe que no ha sido “humanizado” a través de la sustancia materna al inicio de su vida, va a padecer un proceso de “deshumanización” con las consiguientes reacciones agresivas, ya que aprendió a adaptarse a un entorno carente en términos afectivos. Cada experiencia de vacío afectivo que sufre un niño humano, se suma a otras experiencias de muchos otros niños que se encuentran en las mismas condiciones, hasta que esa desesperación se plasma en una escala colectiva.

Por otra parte, los tiempos modernos nos juegan en contra. Las mujeres creemos que estamos accediendo finalmente a nuestra tan ansiada libertad -después de siglos de sometimiento al varón- por el hecho de trabajar y ganar dinero y que ésta es una victoria del género femenino. Sin embargo, podemos acceder a puestos de poder político o económico, pero si las mujeres seguimos caminando por el surco ciego de la represión y las limitaciones del amor primario, si no reconocemos la dureza que paraliza nuestro cuerpo, si no estamos dispuestas a escuchar nuestros latidos uterinos, si no ofrecemos nuestros pechos y nuestros brazos para el cobijo de la cría; entonces continuaremos siendo artífices indispensables de la violencia en el mundo. Porque resulta que sin amor primario no hay libertad. Sólo hay miedo y compensaciones desesperadas. Las mujeres somos la bisagra entre el pasado de represión, oscurantismo y odio; y el futuro que deseamos de movilidad, libertad y búsquedas creativas. Somos las mujeres quienes tendremos que comprender la relación directa que hay entre el amor primario y la libertad. Entre la represión del amor y la violencia.

Laura Gutman





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lunes, 22 de noviembre de 2010

La salud en nuestras manos



En épocas de gripes y anunciadas pandemias, fomentamos el miedo en vez de la salud. Información parcial, noticias catastróficas y fuera de contexto promueven el temor, mientras se pide a la población que no entre en pánico, en una contradicción insostenible. Es verdad que cualquiera de nosotros puede “contagiarse” y enfermar. Es más: tenemos derecho a enfermar, a tomarnos un respiro y apartarnos de nuestras rutinas cotidianas. Para lograrlo, necesitaremos utilizar los virus para realizar la enfermedad. Incluso podemos afirmar que no hay nada más saludable que enfermar, entendiendo que es la manera de recuperar el equilibrio perdido. Sin embargo, para enfermar, tendremos que recurrir a instancias mucho más potentes que los virus: necesitaremos sentimientos o dolores no reconocidos, hartazgos o conflictos internos sin solución aparente y el deseo de apartarnos y distanciarnos, erigiendo enemigos por doquier. También precisaremos comida de mala calidad o alejada de nuestra naturaleza personal. Quiero decir, comemos lo que luego nos enferma y pensamos lo que luego nos enferma. Esto significa que el equilibrio físico y psíquico está en nuestras manos y depende de nosotros mucho más que de los temibles virus externos. Aunque no lo parezca, ésta es una excelente noticia. Porque podemos hacer algo muy concreto. ¿No queremos enfermar? Pues bien, abandonemos completamente la leche y sus derivados. Completamente significa completamente: yogures, postres, flanes, cremas, helados, manteca, chocolate. En los niños pequeños, esta debería ser la regla. ¿Es muy difícil? ¿Acaso es más fácil tolerar las virulentas gripes que nos tienen aterrados que sostener una dieta momentáneamente rigurosa? Ahora bien, supongamos que prestamos una estricta atención al alimento, aún tendremos que abordar el territorio de los dolores afectivos. Eso es más complejo, pero no imposible. Como mínimo, preguntémonos qué nos aportaría una enfermedad respiratoria en este momento de nuestras vidas. ¿No tenemos ninguna pista? Pidamos ayuda, para ver aquello que enceguecidos por nuestras propias opiniones, no alcanzamos a vislumbrar. En lugar de alimentar el miedo o de aislarnos, sepamos que sólo podemos enfermar de aquello que nos completa. Y que todo síntoma nos aporta información sobre el estado de nuestra conciencia. No hay verdadero peligro si miramos hacia adentro.


Laura Gutman

lunes, 15 de noviembre de 2010

Por qué los niños se despiertan por la noche

Despiertan en la noche
La mayoría de los insectos, reptiles y peces tienen cientos de hijos, con la esperanza de que alguno sobreviva. Las aves y mamíferos, en cambio, suelen tener pocos hijos, pero los cuidan para que sobrevivan la mayoría. Los mamíferos, por definición, necesitan mamar, y por lo tanto ningún recién nacido puede sobrevivir sin su madre. Pero, según la especie, también necesitan a su madre para muchas otras cosas.

En algunas especies, el recién nacido es capaz de caminar en pocos minutos y seguir a su madre (¿quien no recuerda aquella escena encantadora en Bambi?). Eso ocurre sobre todo en los grandes hervíboros, como ovejas, vacas o ciervos. Estos animales viven en grupos que devoran rápidamente la hierba de una zona, y tienen que desplazarse cada día a un nuevo prado. Es necesario que la cría pueda seguir a su madre en estos desplazamientos.

Los pequeños hervíboros, como los conejos, pueden esconder a sus crías en una madriguera, salir a comer y volver varias veces al día para darles el pecho. Sus crías no caminan nada más nacer, sino que son indefensas durante los primeros días.

Lo mismo ocurre con la mayoría de los carnívoros, como los gatos, perros o leones. La madre sale a cazar dejando a sus indefensas crías escondidas. Las crías no nacen sabiendo, sino que aprenden, y esto es importante, porque les permite una mayor flexibilidad. Una conducta innata es siempre igual, una conducta aprendida puede adaptarse mejor a las condiciones del entorno, y perfeccionarse con la práctica. La primera vez que un ciervo ve a un lobo, debe salir corriendo. Si no lo hace bien, morirá, y por lo tanto no podrá aprender a hacerlo mejor. Por eso es lógico que los ciervos sepan correr en cuanto nacen. Los lobos sí que pueden aprender: la primera vez el ciervo se les escapa, pero con la práctica consiguen atraparlo. Los juegos de su infancia constituyen un aprendizaje para su vida adulta.

Los primates (los monos) parece ser que descendemos de animales que caminaban nada más nacer. Pero, al vivir en los árboles, tuvimos que hacer cambios. Bambi resbala varias veces antes de ponerse en pie; y eso no tiene importancia en el suelo. Pero, subido en una rama, un resbalón puede ser fatal. De modo que los monitos van todo el día colgados de su madre, hasta que son capaces de ir solos perfectamente, sin el menor error.

Pero es el monito el que se cuelga, activamente, de su madre, agarrándose con fuerza a su pelo con manos y pies, y al pezón con su boca (cinco puntos de anclaje). La madre puede correr de rama en rama, sin preocuparse de sujetar al niño.

¿Se atrevería usted a ir de rama en rama, o simplemente caminando por la calle, con su bebé a cuestas pero sin sujetarlo, ni con los brazos ni con ningún paño o correa? Claro que no. Para que un niño sea capaz de colgarse de su madre y sujetarse solo durante largo rato, probablemente debería tener al menos dos años. Ya nuestros primos más cercanos, los chimpancés, son incapaces de sujetarse solos al principio, y su madre tiene que abrazarlos, pero sólo durante las dos primeras semanas. La diferencia con nuestros hijos es abismal. Y para caminar (no para dar cuatro pasos a nuestro alrededor, como hacen al año, sino caminar de verdad, para seguirnos cuando vamos de compras, sin llorar y sin que tengamos que girar la cabeza cada segundo a ver si vienen o no), nuestros hijos tardan al menos tres o cuatro años.

Hasta los 12 o 14 años, es prácticamente imposible que los niños sobrevivan solos; y en la práctica, procuramos no dejarles solos hasta los 18 o 28 años. Los seres humanos son los mamíferos que durante más tiempo necesitan a sus padres, y dejan muy atrás al segundo clasificado.

Probablemente, esto se debe en parte a nuestra gran inteligencia. Como decíamos de los lobos, la conducta debe ser aprendida para ser inteligente, pues la conducta innata es puramente automática. Nuestros hijos tienen que aprender más que ningún otro mamífero, y por lo tanto tienen que nacer sabiendo menos.

¿Y qué tiene todo esto que ver con que los niños se despierten? Ya llega, ya llega. Ahora mismo veremos que tiene que ver todo lo anterior con la conducta de su propio hijo.

Empezábamos diciendo que hay crías que necesitan estar todo el rato con su madre, encima de ella o siguiéndola a poca distancia, y otras que se quedan escondidas, en un nido o madriguera, esperando a que su madre vuelva. Para saber a qué tipo pertenece un animal, basta con observar cómo se comporta una cría cuando su madre se va. Los que tienen que estar siempre juntos se ponen inmediatamente a llorar, y lloran y lloran (o hacen el ruido equivalente en su especie) hasta que su madre vuelve. Una cría de ganso, por ejemplo, aunque tenga agua y comida cerca, no come ni bebe, sino que sólo llora hasta que sus padres vuelven, o hasta la muerte. Sin sus padres, de todos modos no tardaría en morir, por lo que debe agotar toda su energía en llorar para que vuelvan. Y debe empezar a llorar inmediatamente, en cuanto se separa, porque cuanto más tarde en hacerlo más lejos estará, y por tanto más difícil será que le oiga. En cambio, un conejito o un gatito, cuando su madre se va, permanecen muy quietos y callados. Esa separación es normal en su especie, y si se pusieran a llorar podrían atraer a otros animales, lo que siempre es peligroso. ¿Cómo reacciona su hijo cuando usted le deja en la cuna y se aleja? Si, como hacían los míos, "se pone a llorar como si le matasen", quiere decir que, en nuestra especie, lo normal es que los niños estén continuamente, las 24 horas, en contacto con su madre.

Y no es difícil imaginar que hace 50.000 años, cuando no teníamos casas, ni ropa, ni muebles, separarse de su madre significaba la muerte. ¿Se imagina a un bebé desnudo en el campo, al aire libre, expuesto al sol, a la lluvia, al viento y a las alimañas, sólo durante ocho horas, mientras su madre "trabaja" recogiendo frutas y raíces? Ni siquiera una hora podría sobrevivir en esas circunstancias. En tiempos de nuestros antepasados, los bebés estaban las 24 horas en brazos, y sólo se separaban de su madre para estar unos momentos en brazos de su padre, su abuela o sus hermanos. Y cuando empezaban a caminar lo hacían alrededor de su madre, y tanto la madre como el niño se miraban continuamente, y se avisaban mutuamente cuando veían que el otro se despistaba.

Hoy en día, cuando usted deja a su hijo en la cuna, sabe que no corre ningún peligro. no pasará frío, ni calor, ni se mojará, ni se lo comerá un lobo. Sabe que usted está a pocos metros, y le oirá si pasa algo y vendrá en seguida (o, si usted ha salido de casa, sabe que otra persona ha quedado de guardia, escuchando a pocos metros). Pero su hijo no sabe todo eso. Nuestros niños, cuando nacen, son exactamente iguales a los que nacían hace 50.000 años. Por si acaso, a la más mínima separación, lloran como si usted se hubiera ido para siempre. Más adelante, cuando empiece a comprender dónde está usted, cuándo volverá y quién le cuida mientras tanto, empezará a tolerar las separaciones con más tranquilidad. Pero aún faltan unos años.

Casi toda la conducta del bebé, que aún no ha aprendido nada, es instintiva, idéntica a la de nuestros remotos antepasados. Y la conducta instintiva de la madre también tiende a aparecer, aquí y allá, despuntando entre nuestras gruesas capas de cultura y educación.

Por eso, cuando vaya al parque con su hijo de tres años, ambos se comportarán de forma muy similar a sus antepasados. Usted mirará casi todo el rato a su hijo, y le avisará cuando se despiste ("ven aquí" "no vayas tan lejos"). Su hijo también le mirará con frecuencia, y si la ve despistada o hablando con otras personas se pondrá nervioso, incluso se enfadará, e intentará llamar su atención ("mira, Mamá, mira" "mira qué hago" "mira qué he encontrado"...)

Llegamos a la noche. Es un periodo particularmente delicado, porque si el niño duerme ocho horas, y la madre se ha ido durante este tiempo, cuando despierte puede estar a siete horas de marcha, y por más que llore no la oirá. Hay que montar la guardia. Durante las primeras semanas, nuestros hijos están tan completamente indefensos que es su madre la que debe encargarse de mantener el contacto. En aquellas raras culturas (como la nuestra) en que madre e hijo no duermen juntos, la separación hace que la madre esté muy intranquila, y sienta la necesidad imperiosa de ir a ver a su hijo cada cierto tiempo. ¿Qué madre no se ha acercado a la cuna "para ver si respira"? Claro que sabe que está respirando, claro que sabe que no le pasa nada, claro que sabe que su marido se reirá de ella por haber ido... pero no puede evitarlo, tiene que ir.

A medida que el niño crece, se va haciendo más independiente. Eso no significa que pase más tiempo solo, o que haga las cosas sin ayuda, porque el ser humano es un animal social, y no es normal que esté solo. Para un ser humano, la soledad no es independencia, sino abandono. La independencia consiste en ser capaces de vivir en comunidad, expresando nuestras necesidades para conseguir la ayuda de otros, y ofreciendo nuestra ayuda para satisfacer las necesidades de los demás. Ahora ya no hace falta que usted vaya a comprobar si su hijo respira o no; ¡él se lo dirá! Como se está haciendo independiente, será él quien monte guardia. Se despertará más o menos cada hora y media o dos horas, y buscará a su madre. Si su madre está al lado, la olerá, la tocará, sentirá su calor, tal vez mame un poco, y se volverá a dormir en seguida. Si su madre no está, se pondrá a llorar hasta que venga. Si Mamá viene en seguida, se calmará rápidamente. Si tarda en venir, costará mucho tranquilizarle; intentará mantenerse despierto, como medida de seguridad, no sea que Mamá se vuelva a perder.

Es aquí donde la vida real no coincide con los libros, porque a las madres les han dicho que, a medida que su hijo crezca, cada vez dormirá más horas seguidas. Y muchas se encuentran con la sorpresa de que es todo lo contrario. No es "insomnio infantil", no son "malos hábitos", simplemente es una conducta normal de los niños durante los primeros años. Una conducta que desaparecerá por sí sola, no con "educación" ni "entrenamiento", sino porque el niño se hará mayor y dejará de necesitar la presencia continua de su madre.

Si cada vez que su hijo llora usted acude, le está alentando a ser independiente, es decir, a expresar sus necesidades a otras personas y a considerar que "lo normal" es que le atiendan. Eso le ayudará a ser un adulto seguro de sí mismo e integrado en la sociedad.

Si cuando su hijo llora usted le deja llorar, le está enseñando que sus necesidades no son realmente importantes, y que otras personas "más sabias y poderosas" que él pueden decidir mejor que él mismo lo que le conviene y lo que no. Se hace más dependiente, porque depende de los caprichos de los demás y no se cree lo suficientemente importante para merecer que le hagan caso.

Una infancia feliz en un tesoro que dura para siempre, que nadie podrá jamás arrebatarte. La infancia de su hijo está ahora en sus manos.
Carlos González